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miércoles, 10 de enero de 2007

Iniciaciones polares


Alaska, territorio de "conquistadores" yankies, de fiebre del oro, borrachines, nieve a raudales, salmón salvaje, zarzaparrilla, amaneceres que se unen con los ocasos, esquimoides y pescadores de focas, ha sido mi primera vez en muchas experiencias:

Mi primer día de 48 horas.
Mis primeros dos días de 12 horas cada uno.
La primera vez que camino sobre las aguas, de un lago ..... >>






Casi he visto mi primer alce.... (pero sólo casi... jjjrrgghhhhññññ)
Mi primer combate con espadas láser de hielo.
Mi primera cena de Nochebuena con una familia yanqui, roast beef, pavo asado y polvorones de postre.
Mi primera gran gran tormenta de nieve.
La primera vez que patino sobre hielo, sin patines.
El primer muñeco de nieve más alto que yo. ..... >>>








La primera vez que estoy al lado de un león marino (nos miraba mal)
Los primeros síntomas del Síndrome Alaska, desconocido y letal, que te deja grogui con el paso del frío al calor.
La primera vez que se me duermen los pies de frío, que duelen como cachiporrazos.
La primera vez que un pino se enfada y tira todo su volumen de nieve sobre nuestro coche.
La primera vez que entro en calor a base de alcohol.
El primer mar que transporta hielo.
La primera vez (y segunda, y tercera...) que empujo un coche que ha quedado sumergido en la nieve.
Mi primera victoria al billar con los ojos llenos de nieve.

Dejé, dejamos, un dolar pegado en el techo de un bar: es el bar Yukon, en el pueblo de Seward. Al entrar, pasando la mesa de billar, está entre los dos salvavidas colgados en medio de las columnas de la derecha. Si alguien va hasta allí, por favor, que nos lo traiga y deje el suyo de recuerdo.





2 comentarios:

  1. Otra vez intento entrar para decir que son muchas primeras veces las que hacen de Alaska un comienzo inesperado, que los alces que no aparecen, que las tormentas de nieve, que la música country son, quería decir, buenos recuerdos para la vejez.

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  2. No sólo son buenos recuerdos para la vejez, Macondo, sino también buenos recuerdos para llevar en el equipaje durante el camino a la vejez. Para ir sacando uno a uno los recuerdos del bolso de los viajes cortos, y sentirlos cerca, cerca, como el cojo siente el cosquilleo de la pierna que ya no tiene.

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