Buscar en este blog

martes, 21 de octubre de 2008

Reflexión demográfica:

Entre los castings para los talent shows (véase Factor X u Operación Triunfo, Fama o Circus), los sinceros confesantes de los talk shows (véase El Diario de Patricia o de sus sustitutas) y los concursantes de los reality shows, (véase cualquiera de las diez ediciones de Gran Hermano, Supervivientes, la Casa de tu Vida, Pekin Express, el Bus, la Granja, Hotel Glam y otros), ¿alguien conoce a algún freaky que no haya salido ya por televisión? ¿Queda acaso algún freaky en España que no haya tenido su repercusión televisiva, sus quince minutos de fama?
Si la respuesta es afirmativa: ¿Cuántos freakies hay en este país? Porque la proporción ha de ser asombrosa...
Si la respuesta es no... Error, la respuesta ha de ser sí, de lo contrario no tendría sentido seguir con estos formatos.

Somos demasiados. En España. En el mundo. Demasiada gente.

lunes, 6 de octubre de 2008

Hay gente que me deja con la boca abierta

Y luego está mi madre.
Voy a la estación de autobuses, buscando el Continental que llega de Logroño a Madrid con su aroma a ciudad impoluta y sus gallinas amarradas al parachoques. De provincias. Lo veo llegar y me acerco, y el conductor me sonríe por encima del volante.
Abre la puerta y desciende hablando.
-Usted es la señorita que viene a buscar las pruebas médicas.
-Ah, ¿me ha reconocido por las radiografías?
-No le hacen justicia, la verdad.

Me alegra su agudeza y le sonrío, acompañándole hacia el lateral del autobús, de donde saca un par de cartones enormes cerrados con cinta adhesiva.
-No, no, no lo coja. Ya se lo llevo yo. Que ya me ha dicho su señora madre que tiene usted el hombro mal y que viene a buscar las radiografías para enseñárselas a un médico de Alicante. Me ha pedido que le diga que el médico que ella ha visitado dice que no tiene los ligamentos rotos, o los tendones, no sé. Y que esto debe de ser algo del cuello, nada más. Y que no se ponga triste, que esto se acabará pasando. Porque ya me ha contado que se ha muerto su tío estos días, y que lo estará pasando muy mal aquí sola en Madrid. Pero que no se preocupe, que seguro que se va a poner bien.

Dejo pasar un silencio que no sé si se nota más incómodo o sorprendido.
-Ya veo que le ha dado una buena charla… Habla mucho, mi madre.
-Sí –dice él-. Y bien, además. Es muy cariñosa.
-Bueno. Pues muchas gracias. Y si la ve la próxima vez, corra.
-¡Ja! Le daré saludos. Espero que se cure usted pronto.
-Sí, gracias. Adiós –me despido cargando con los cartones como si me los llevara a mi refugio.
-¡Ah! –me grita el chófer mientras me alejo- ¡Y dice que pase por la peluquería antes de volver a Logroño!