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martes, 16 de marzo de 2010

La ablación y occidente

Waris Dirie: Flor del Desierto.

De la top model nómada a la activista contra la mutilación genital femenina




En ocasiones nos cruzamos con ciertas realidades que suelen permanecer ocultas para nuestros ojos occidentales. Están silenciadas, reposan en la imagen ajena de los reportajes de televisión, pertenecen a otras cotidianeidades. Pero un día, por casualidad, llegan hasta nuestras vidas. Puede ser porque conocemos a alguien o, como en este caso, porque un medio de arte nos lo representa.

Se conoce como ablación a la mutilación genital femenina, a la extirpación, total o parcial, de los genitales externos femeninos y posterior “costura”. Una auténtica aberración, una tortura, un atentado contra la integridad personal por razón de género y un abuso infantil, ya que se realiza en niñas de entre tres y catorce años. Por todo ello, la ONU y la comunidad internacional censuran con firmeza esta práctica relacionada con las tradiciones sociales, la superstición y la sexualidad.
Tras una ablación los problemas de salud que comienzan suelen ser irrecuperables. El riesgo de morir en el parto se multiplica, igual que el de infecciones letales tras la práctica mutiladora. Las cicatrices pueden doler de por vida y crear otro tipo de complicaciones añadidas, incluida la imposibilidad de mantener relaciones sexuales “normales”, como sucede en muchos casos.

Quedan 28 países africanos, árabes y asiáticos que practican abiertamente la ablación a sus niñas y según las cifras de la ONU y UNICEF, unas 6.000 niñas pasan cada día por las manos de la mujer que les realizará la extirpación, y cerca de un tercio no lo contará. Hay entre 70 y 100 millones de mujeres vivas que han sido sometidas a esta mutilación.

Una de ellas es Waris Dirie. La ex top model fue una niña nómada nacida y criada en Somalia que a los cinco años pasó por el rito de la ablación, como sus hermanas y antes su madre y todas las mujeres de su familia. Con 13 años huyó de su comunidad para no pasar por un matrimonio concertado con un anciano, atravesó el desierto y acabó, gracias a otros familiares, con un pasaporte y un billete a Londres, donde comenzó a trabajar como sirvienta en la Embajada somalí. Pero la fascinante historia de la “modelo nómada” da un giro cuando el reconocido fotógrafo Terence Donovan la descubre y la convierte en un icono de la moda. La fama, el dinero y el glamour entran en la vida de Waris Dirie. Un último cambio de ritmo en su historia llega con otra exposición pública: la NBC y Marie Claire ofrecen, a la vez, la exclusiva sobre el pasado de la supermodelo como víctima de la mutilación genital, allá en su infancia. Comienza una época de activismo de Waris Dirie que continúa hasta nuestros días, con la Fundación que lleva su nombre y la misión encomendada por la ONU como Embajadora especial contra esta mutilación.

VIDA DE GUIÓN
El mundo del cine no suele dejar pasar estas historias de película. Así que la novela autobiográfica de Waris Dirie –Flor del Desierto, que es la traducción de su nombre- sirvió de materia prima para esta película con el mismo nombre y que respeta la gran mayoría de las situaciones reales que la modelo narró para su libro.
Filmada en Djibuti, el estado fronterizo con Somalia, gran parte del reparto africano de la película jamás había tenido experiencias en la actuación… ni habían visto una cámara en su vida y muchos de ellos no habían tenido contacto con una persona blanca jamás. “Y sin embargo, de pronto junto a los camellos sonaba el móvil de alguno de los nómadas”, recuerda con gracia la directora de la película, Sherry Hormann.
El compromiso de la cineasta coincidía directamente con el de Waris Dirie: rodar una película que fuera punta de lanza en la denuncia de la mutilación genital femenina, y estrenarla en el mayor número posible de países africanos. Por eso, junto a la creación artística les movía a estas mujeres la intención de convencer a las comunidades con las que iban a trabajar, contra la práctica de la ablación.
Tanto es así que en la película se muestra cómo se realiza una mutilación… La mujer que la practica, en la ficción, es en realidad una partera somalí que llevaba 40 años dedicándose al oficio de la ablación. Lo dejó hace tres años y fue la única de estas mujeres que pudieron encontrar dispuesta a hacer el papel. Estas mujeres reciben altas remuneraciones por este trabajo, que está imbuido de respeto por la comunidad y de ciertas connotaciones de superioridad y superstición.


“Ningún niño debería ser herido, ninguno debe sufrir ningún daño. Lo que une al ser humano es que todos, una vez, fuimos niños. Es una historia universal en la que lo más importante es preservar los derechos de esas niñas”. Waris Dirie.

El porte nubio y el activismo.

Waris Dirie tiene un cuello muy largo, los ojos entornados y porte nubio, es la representación física de una estatua primitiva, lo que refuerza cierto aire de diva. Habla despacio pero con mucha energía y mantiene un inglés de extranjera en Londres: muy educado y con cierto acento.
No parece interesarle hablar de moda, ni de cine, ni de libros, ni de su vida… Sin embargo, quiere expresar la falta de compromiso de los gobiernos occidentales y de los organismos supranacionales (que son también de los países desarrollados) en la lucha contra la ablación: “Occidente no hace mucho por este problema, en absoluto. Parece que es un tema que queda lejos, que está allá en Africa y que no afecta a Europa o a Estados Unidos… pero se equivocan profundamente. Es verdad que sobre todo es un problema africano, pero la mitad de África se está marchando y los países que practican la ablación en África se la llevan a Europa o a donde vayan. Por eso creo que ahora mismo es un problema mundial, quieran ignorarlo o no”.
Y como muestra, un botón. Estados Unidos, Europa, Canadá y Australia se encuentran con casos de ablación en sus poblaciones con cierta frecuencia. En España, donde se considera un delito castigable, la mayoría de los casos se realizan aprovechando las vacaciones escolares, cuando muchas familias inmigrantes vuelven a sus países de origen, según la Asociación de Mujeres Anti Mutilación (AMAM). Un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona considera que hay 10.500 niñas en España que corren riesgo de sufrir una ablación… Consideren si hay motivos universales para que toda la comunidad internacional se ponga manos a la obra para erradicar la ablación.
Waris Dirie sabe que es posible: “Si he logrado convencer a mi madre, que ahora me sirve de espía en mi poblado, puedo convencer a cualquiera. ¡Les he convencido a ustedes, madres en su mayoría! –dice al auditorio-. Es que entre mujeres es mucho más fácil…”

viernes, 12 de marzo de 2010

El camino de un maestro


Este camino de la vida ha llegado a su fin.
Y todos los periodistas de España estamos de duelo.

Esta mañana, en el trabajo, debatíamos la posibilidad de hacer una ruta de homenaje a Miguel Delibes de pueblo en pueblo de esas tierras castellanas anchas y planas, altas de espigas que ahora empezarán a verdear. Tierras antiguas de una forma de vivir cuyo lapidario grabó Delibes en sus páginas.


Y hablábamos de los libros del gran escritor, que al fin de eso se trata, de recordar ahora la obra que hace trascendente al hombre. Acompañamos la charla con una deliciosa historia sobre unos colegiales acongojados, rendidos al duelo al conocer la noticia del fallecimiento del escritor, pues acababan de leer uno de sus libros y estaban aún emocionados. Queda esperanza, parece gritar esta historieta, quedan lectores para los libros, que no para los literatos.


Y el caso es que yo comencé con la afirmación de que la literatura de Delibes me aburría -no guardo buen recuerdo de El Camino ni de Las Ratas-. Qué triste me pareció siempre don Miguel. Pero tuve que recordar con placer que Cinco horas con Mario es una genialidad original, dura y adusta como toda la mano de Delibes, que Azarías es un personaje interminable y Los Santos Inocentes tiene tanta verdad y tanto arte como un lienzo de Goya. O la gracia maligna del Disputado voto del Señor Cayo... Aunque mi favorito siempre fue Señora de rojo sobre fondo gris, un relato pequeñito que recoge toda esa tristeza universal que solo se puede sentir en la adolescencia, que conmueve como la pena de los colegiales ante la pérdida de don Miguel. También a mí me llevó un profesor a leerlo, otro escritor y periodista excelente, Javier Marrodán, y se lo agradeceré siempre.


Lo que le debe Castilla a Delibes... Una mirada desde dentro, comprometida, conmovida y también triste. Doliente estará Castilla hoy por Delibes, como lo estuvo Delibes por Castilla.