¿Qué tienen en común un capitán de navío, una concertista, un doctor, un ingeniero... y Rafa Nadal?
La respuesta, en este collage, parece ser el esfuerzo individual que todos ellos han tenido que realizar para alcanzar un puesto destacado en su sociedad, según nuestra querida lógica de poder, fama -dinero- y reputación.
Encontré este curioso azulejo el otro día en el patio de una escuelita pública de Santander de Quilichao, en el departamento del Cauca, Colombia. En una ciudad sede de paramilitares, junto a las sierras donde resisten los Nasa y los Misak, en una zona de guerrilleros, paracos, indígenas, plantaciones de caña, niños de uniforme, movimientos sociales, lucha y mingas populares. Ahí, como en medio mundo, las niñas querrán ser médicos y bailarinas, pero los niños siguen queriendo ser futbolistas... o tenistas, gracias a la imagen de éxito por la lucha, fuerza y resistencia que ofrece Rafa Nadal.
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