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lunes, 27 de noviembre de 2006

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He retomado una de las costumbres que me reconcilian con Madrid, ciudad impía.
Pasear por Madrid, cosa que no es baladí (mira qué rima), anda que no es grande… Aquí un buen paseo es toda una caminata, pero este lugar ruidoso, sucio y pueblerino se transforma por la noche. Es una ciudad nocturna: el contraluz de las farolas la embellece; y mucho más en esta época pre navideña, con todo su aliño de luces pero no atragantada de gente.

Me gusta soltar vapor por la boca, canturreando en voz bajita porque me da vergüenza que me oigan. Así que voy serpenteando, de calle ancha a callejuela solitaria, en una miro arriba y respiro el neón y las castañas y en otras extiendo los brazos y fraseo una estrofa, o recojo el paraguas como Gene Kelly.

Me gustan los caramelos de encaje rojo, azul, amarillo y verde que ha creado Agata la de la Prada para la calle Ortega y Gasset. Me gustan las nubecillas de la Gran Vía, y la cascada azul de Colón, con su Adeste Fideles en letra y pentagrama sobre el agua de plástico.
Me gustan los muelles amarillos que cuelgan de la Castellana, y me gusta que por fin haga algo de frío, caray, para arrebujarme en el edredón, para acelerar el paso con la cara roja y ver, con superioridad, esos catarrillos ajenos…
Me gusta que Gallardón quiera volver al medievo, no sólo cavando zanjas (eso no me gusta), sino también (y es lo que me gusta) con todos esos banderines que ata a las farolas. Ahí pone sus publicidades, los avisos culturales, las ferias de la ciudad, y me encantan: ondean al viento como los pendones de las justas de los nobles.
Me gusta que suenen –de vez en cuando, eso sí- algunos villancicos, porque así echo de menos aquellos que cantábamos a pulmón Hugo y yo por las calles de Pamplona, en las navidades de nuestra reciente post-adolescencia.

¿Qué os gusta de Madrid? ¿Qué os gusta de vuestra ciudad? ¿Qué os gusta de la Navidad? Venga: “Me encanta…..” ¿qué?

2 comentarios:

  1. Me gusta salir de la ciudad en Navidad. Sobre todo si hace frío. Y a la hora del tigre subir borracho por laderas embarradas. Y hacia la tercera o cuarta caída, quedarme tendido de bruces mientras miro las estrellas encendiendo un cigarrillo.

    Me gusta salir de la ciudad en Navidad. Sobre todo a solas. Y, entre musgo y acebo, vestir sólo unas botas recias. Y hacer enormes fogatas esperando el amanecer del solsticio, carrera contra la noche y el SEPRONA.

    Me gusta salir de la ciudad en Navidad. Sobre todo si la mar está picada. Y junto al rompiente, sobre las rocas, estallar en carcajadas. Y medio intoxicado, buscar por la playa mi regalo navideño de los swells de invierno.

    Me gusta salir de la ciudad en Navidad. Sobre todo si me llamas. Y me dices que vaya, que me esperas. Y mandarte un mensaje al día siguiente para escusarme por no ir, por haber pasado la noche rompiendo la niebla de los valles murmurando la letanía mántrica de tu nombre.

    Me gusta salir de la ciudad en Navidad. Pero este año, otro más, volveré a quedarme en ella.

    Y me quedaré en casa sorbiendo un napoleón asequible a oscuras.

    Y dormiré entre los olores a asados fuera de punto y langostinos recocidos que se cuelan por el patio de luces.

    Y sonreiré al ver las cajas multicolores abandonadas junto al contenedor de reciclados.

    Y pediré la cuenta antes que la parejita de quinceañeros a mi lado se intercambie los regalos.

    Y devolveré las sonrisas a las cajeras del supermercado.

    Y esperaré tu llamada.

    Y cuando, muy lejos, a medianoche, un loco toque con frenesí la campana de una vieja ermita asincopando ésta, tu balada; soñaré tranquilo.

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  2. Pobre Mac. Este año también te llamaré, para que no vistas sólo unas botas recias entre musgo y acebo, ay.
    Pero este año no podrás venir, aunque de nuevo deberías, porque yo estaré muy lejos, muy lejos.
    Querido Mac, pero qué bien escribes. Te lo había dicho alguna vez?

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