DESPERTAR ES RENACER cada día.
Y ya la luz nos aguarda.
Ya está ahí comenzada, la historia que haya que proseguir.
Despertar es entrar en un sueño ya en marcha, venir desde el desierto puro del olvido y entrar, lo primero, en nuestro propio cuerpo, recordarlo sin rencor, entrar a habitarlo y recuperar nuestra alma, con su memoria, y nuestra vida, con su quehacer.
Entrar como en un capullo tejido por innumerables gusanos afanosos; retomar nuestro hilo en el capullo fabricado incansablemente por el gusano-hombre, hacedor de ensueños que se objetivan, fabricador de historia.
Maravillosa María.
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